lunes, 1 de noviembre de 2010

Nadie acudió

Dedicado a Paloma Cerdán López, a Rosa Pérez Lema y a todos los números de la Ciudad de los Muertos.



Paloma Cerdán era drogadicta, y eso ha estado a punto de costarle la identidad en su versión más cruda: un nombre en una tumba.

Cuando desapareció, en 2007, sus padres presentaron una denuncia en comisaría. Pero era drogadicta y la policía no se preocupó en buscarla. Ese mismo día, antes incluso de presentarse la denuncia, se encontró un cadáver sin documentación. Pero era el cadáver de una drogadicta y no se preocuparon en identificarla.

No toda la culpa es de la policía (aunque tengan lo suyo). También es nuestra. No nos engañemos, cuando vemos un yonqui en el metro, insistiendo en contar sus penas a todos los ocupantes del vagón, no le hacemos ni puto caso. Le despreciamos por el puro gusto de despreciar a alguien.

Los que no les tienen miedo les tienen asco, y los que no, indiferencia absoluta. Y si no, pues piensan que no entienden, que dicen incoherencias… Nada de eso es cierto. En la mayoría de los casos son respetuosos, y por lo general creo que se aburren de que nadie les responda. Debajo de la ropa sucia y las ojeras hay siempre una historia, y más interesante que la nuestra, por mucho que nos joda.

También pasa con los vagabundos, con los mendigos, los alcohólicos, etc.

Algunos de nosotros vimos el otro día el documental “Caso 112” en la asignatura de Sociología de la Desviación, con el profesor Montoya. Un cadáver hinchado en un depósito, sepultado sin nombre, un entierro al que nadie acudió. Escondía la historia de una persona que se adelantó a su tiempo y que lo acabó pagando con su vida, en el sentido amplio de la palabra.


Este es el documental. Desde mi punto de vista, verlo en casa por Internet le quita el encanto de estar en un aula, utilizando un equipo viejo con una imagen defectuosa y un sonido raro. Pero de todas formas, merece la pena.

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