sábado, 20 de noviembre de 2010

NUNCA entres en el círculo

Posiblemente este sea uno de los mejores cuentos que conozco:

Había una vez un rey que siempre estaba malhumorado. Y un rey malhumorado es una cosa terrible: no le importaba subir los impuestos a los pobres, ejecutar a los rebeldes, promulgar leyes injustas…

El rey tenía un criado, el más cercano, que siempre estaba contento. Entraba en los aposentos cantando y corría las cortinas para que entrara la luz, siempre tenía una sonrisa en la cara y era amable con todo el mundo.

Al rey le sacaba de quicio, y llamó a unos sabios para averiguar el por qué de esta alegría:
-         No tiene motivos para estar tan contento. Por favor, si es un muerto de hambre.
-         Es feliz, majestad, porque no ha entrado en el círculo.
-         Ah… ¿y cómo se le puede obligar a entrar? – preguntó el rey con curiosidad.
-         No se le puede obligar. Entrará por sí solo… Podrá verlo si está dispuesto a perder a un buen sirviente…

Al día siguiente, el criado se despertó con el sonido de la puerta. Cuando la abrió, solo encontró una bolsita de tela. Al ver que no tenía dueño, la cogió y la llevó a la mesa de su cocina. Dentro había monedas de oro. Muchas. El criado se puso muy contento: por fin podría arreglar las goteras, comprar zapatos nuevos a sus hijos… Qué contenta se iba a poner su mujer… Soñando despierto, el criado empezó a agrupar las monedas en montoncitos de diez. Y vio que el décimo montoncito se quedaba pequeño… Solo tenía nueve monedas. Eso hacían 99 monedas en total. Qué raro.

Buscó por el suelo. Tenía que haber otra moneda. 99 monedas no era un número redondo. Tenían que ser 100. Salió de nuevo a la puerta a comprobar que no se le hubiera caído ahí. No estaba. Era muy extraño encontrarse una bolsita con 99 monedas… 99 monedas no era un número completo. 100 monedas, eso ya era otra cosa.

“Si pudiera reunir esa última moneda” pensó el criado. Y se puso a hacer cálculos. Si ahorraba de su salario podría conseguir esa moneda en… 20 años. Eso era mucho tiempo. A lo mejor si cogía otro trabajo por la tarde en el palacio, y si su mujer trabajara haciendo remiendos después de su jornada… 12 años. Todavía era mucho tiempo. Si dejaban de comprar algunas cosas… podían ahorrar leña en invierno, podían arreglar la ropa vieja, y su hijo mayor ya tenía edad de dejar la escuela y empezar a trabajar… 6 años. Bueno, 6 años era aceptable.

Así que se puso a ello. Empezó a trabajar por las tardes en las caballerizas del palacio, y convenció a su mujer de que dedicara las tardes a hacer remiendos para la gente del pueblo. Su hijo mayor dejó la escuela y empezó de jardinero en el palacio, y el criado empezó a llevar una contabilidad exhaustiva de todos sus gastos. Haciendo todo esto, en 6 años completaría sus 100 monedas de oro.

Pronto, el rey se dio cuenta de que su criado ya no era alegre ni entraba cantando. Muy al contrario, se había vuelto muy hosco e irascible. El rey fue a preguntarle a los sabios.
-         ¿Qué le pasa ahora?, ¿por qué está tan enfadado?
-         Está enfadado, majestad, porque ha entrado en el círculo.
-         ¿Cuál es ese círculo, cómo funciona?
-         Es el círculo del 99, y consiste en querer lo que no tienes. Una vez que tienes lo que no tenías ya no es lo que no tienes, y por tanto ya no lo quieres, y empiezas a querer otra cosa que no tienes.
-         ¿Quiere sentarse, majestad? Parece un poco mareado por la explicación…
-         No, no, está bien… Pero quiero que despidan a ese criado. Es un gruñón.

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