… se llama El rey de los gatos, es un cuento popular inglés, está contado desde el punto de vista de un enterrador, y dice así:
Supongo que puedo decir que tengo suerte. Tengo muchos amigos y vecinos que ahora mismo se encuentran sin trabajo. Otros se van a jubilar anticipadamente. Al menos la gente me necesita. Y lo hará siempre.
En fin, no todo es bueno. Nadie te da las gracias, y tus únicos compañeros son los pájaros y las flores viejas. En otras palabras, estás completamente solo. Vives extrañas experiencias, puedo asegurarlo, ¡extrañas y maravillosas!
Un día de verano estaba trabajando y decidí tomarme un descanso. Tomé un tentempié y me sentí tan cansado que supongo que me quedé dormido. Me despertó el maullido de un gato, “¡miau!”. Cuando abrí los ojos vi que era de noche y que estaba tumbado en el fondo del hoyo.
Me asomé por encima del borde y, ¿sabéis lo que vi? Nueve gatos negros con el pecho blanco que llevaban a hombros un ataúd forrado de terciopelo negro. Sobre el terciopelo reposaba una pequeña corona de oro. Cada tres pasos los gatos hacían una pausa y maullaban solemnemente. Al llegar a la fosa se detuvieron, y el gato más grande, el que iba al frente de la comitiva, se dirigió a mí.
“Dile a Dildrum que ha muerto Doldrum” me dijo.
En cuanto los gatos desaparecieron de mi vista salí trepando de la tumba y corrí hasta casa. Allí me esperaba mi esposa, nuestra pareja de canarios piando en su jaula y nuestro viejo gato Sam tumbado en la alfombra. Me senté junto a mi esposa y le conté lo que me había pasado.
“… y entonces me dijo que le dijera a Dildrum que había muerto Doldrum. ¿Cómo voy yo a saber quién es Doldrum? Pero es lo que me ha dicho, ni más ni menos “Dile a Dildrum que ha muerto Doldrum””.
El viejo Sam se levantó y empezó a dar vueltas en torno a mí, mirándome fijamente. De pronto se hinchó todo y chilló:
“¿Doldrum, el viejo Doldrum, ha muerto? ¡Entonces yo soy el rey de los gatos!”
Entonces subió por el tiro de la chimenea y desapareció. No le he vuelto a ver.
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