domingo, 17 de octubre de 2010

Otra de sistema educativo


Y con esta van… a saber. Hace tiempo que perdí la cuenta. Ahora salen con que es la brecha tecnológica lo que explica el fracaso escolar y la general desafección por la educación que padecen los jóvenes (siempre según sus datos).

A veces me pregunto de dónde sacan las ideas. También me lo pregunto con los novelistas de ciencia ficción, qué coincidencia, ¿verdad? Tras mucho reflexionar sobre ello (bueno, no tanto), me siento tentada a concluir que estos estudiosos provienen de otro planeta. Ya está.

Pero sospecho que ese razonamiento no da mucho de sí. A lo mejor lo que pasa es que los que estudian estas cosas hace mucho que dejaron de ser adolescentes. Y supongo que las condiciones sociales de existencia en las que lo fueron distan mucho de parecerse a las actuales.

Yo todavía guardo casi intactos mis recuerdos de la época del instituto, y son de galería de terror. Durante los dos últimos años de la E.S.O (con 14 y 15 años) me aburrí más que nunca en mi vida. Éramos demasiados en clase, unos 35, así que era difícil mantener la atención de todos, y nos aburríamos. Teníamos profesores que llegaban y copiaban la lección en la pizarra a un ritmo exasperantemente lento, y nos aburríamos. Cuando tocaba ordenadores o subir al laboratorio la descoordinación era total, y nos aburríamos. De un año para otro los programas eran muy repetitivos, y nos aburríamos (oír durante años las mismas cosas es lo que tiene, que aburre). Este cúmulo de aburrimiento convertía pasar de curso en un trámite. Su propio nombre lo indica, “pasar-de-curso”.  

Por no hablar del desierto mundo exterior al instituto. Con la puta tele constantemente haciéndote creer que para ser feliz tienes que salir, consumir, vivir el momento, consumir, no pensar en el mañana, consumir, estar a la última, consumir, rechazar las normas (¿cuáles?, me preguntaba ya entonces), consumir… es difícil estar satisfecho con tu propia vida.

A esto yo añadiría la excesiva presión grupal a la que nos veíamos sometidos. Había una vigilancia escrupulosa y constante del comportamiento de todos y cada uno, por parte de los mismos compañeros. Las pautas de consumo impuestas a los adolescentes establecen unos mínimos aceptables demasiado altos para la mayoría. Es decir, que cuesta demasiado esfuerzo adaptarse a un grupo cuyas reglas no las crea el propio grupo, sino pautas de consumo que viene del exterior. En pocas palabras, que nos tratábamos con abierta crueldad por motivos que ni siquiera entendíamos.

Para la mayoría supongo que fue un proceso difícil, y cada cual lo superó de la manera que supo, pudo o quiso. Algunos se concentraron en los estudios, en diferentes grados, e incluso algunos llegaron a convertirse en lo que yo llamo psicópatas competitivos. Otros pusimos nuestras esperanzas en la Universidad, con mayor o menor acierto. Otros salieron por pies al cumplir los 16; con sus primeros empleos reunían más dinero que todos los demás juntos, así que podían comprarse una moto y ser los reyes del lugar. Otros, lamentablemente, desarrollaron graves problemas con el alcohol y las drogas.

Me parece que la brecha tecnológica es el menor de los problemas del sistema educativo.

Ah, por cierto, lo de que no se tratan conceptos que se usen en los futuros puestos de trabajo como explicación para la desmotivación es un chiste. Y los patrocinadores del estudio, otro.

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